En los últimos días de febrero el mundo se entristecía, pero también se estremecía, al conocer que el actor Gene Hackman, de 95 años, había aparecido muerto en su casa de Santa Fe (Nuevo México, EE UU). Su cadáver estaba cerca del de su esposa, Betsy Arakawa, pianista y empresaria de 63, así como del de uno de sus perros, y las circunstancias eran, cuanto menos, extrañas. Tras varios días de investigación, se supo que Arakawa había fallecido a causa de un hantavirus y que Hackman la había sobrevivido unos pocos días para morir también él alrededor de una semana después. Sus cuerpos llevaban días en la casa.