Javier Milei ya no habla de “zurdos de mierda”, “mandriles sodomizados” ni “parásitos mentales”. Tampoco vincula la homosexualidad con la pedofilia. Ni siquiera proclama que el suyo es “el mejor Gobierno de la historia de la humanidad”. El presidente argentino ha moderado el tono de una forma brutal, incluso cuando está entre los suyos. Los invitados a la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés) celebrada este martes en Asunción esperaban ver al personaje de siempre, vociferando con voz ronca y blandiendo una motosierra, pero se encontraron con un político de hablar monocorde y palabras medidas. Milei defendió su política de superávit fiscal, celebró la bajada de la inflación y poco más. “¡Viva la libertad, carajo!” gritó para cerrar, como de costumbre, en la única ráfaga del Milei que todos conocen.
