La escena es habitual en cualquier ciudad del mundo. Un policía de tránsito identifica un coche mal estacionado que, además, no había pagado el parquímetro. El agente se aproxima al vehículo para poner el inmovilizador. Pero en ese momento, en la calle Alfonso Reyes, en la colonia Condesa de Ciudad de México, sale a la luz el racismo latente que vive en el país. La dueña del coche agarra a uno de los funcionarios y lo tira hacia detrás para impedir que le coloque la araña que bloquea el vehículo. También intervienen sus dos hijos que gritan y encaran a los policías. De ahí surge la imagen que ha dado la vuelta al país: “No me estés insultando pinche negro”, grita ella, “hasta racista eres”, contesta tranquilo el policía. “A huevo, odio a los negros como tú, los odio, por nacos”.
