TikTok e Instagram se han convertido en un inmenso recopilatorio de vídeos robados. Y no tienen ni idea de cómo solucionarlo
Abres TikTok (o tu plataforma de vídeos cortos de confianza) y aparece lo siguiente: un clip extraído de un podcast subido por la cuenta aleatoria @user97567, un vídeo a pantalla partida con una charla arriba y parkour en Minecraft abajo y un recopilatorio de vídeos de gatos que sube @funnycatsLOLhaha. ¿Qué tienen en común todos estos clips? Que ninguno es propio. Todo ese contenido ha sido robado a sus creadores originales y el problema es que ninguna plataforma parece saber cómo solucionarlo.
Contexto. Cuando subes algo a Internet, controlar su distribución es extremadamente complicado. De la misma forma que nadie puede evitar que copies y pegues este texto en un blog, evitar que alguien descargue un vídeo de YouTube, un TikTok, un Reel, un contenido en general, no es cosa fácil. En muchas ocasiones lo permite la propia plataforma y, si no, es posible recurrir a herramientas de terceros que, en ocasiones, pueden incluso retirar la marca de agua.
Para qué. Los perfiles que resuben contenido de otros usuarios no lo hacen por amor al arte. Lo hacen con dos posibles objetivos: monetizar la cuenta usando los fondos dedicados de la plataforma o inflar las cifras para venderlas. Seguramente los nombres Cabronazi o PostureoEspañol hagan sonar la campana. También es posible que sea una cuenta de fans, en cuyo caso el motivo puede ser más inocente. Sea como fuere, estas cuentas se promocionan a base de robar contenido de otros usuarios y republicarlo tras una ligera modificación (si acaso).
El típico “Para ti”: cuentas de memes, vídeos de gatos y cuentas con cero unidades de contenido propio | Capturas: Xataka
De hecho, hay perfiles y cursos especializados en lo que, normalmente, se conoce como “automatización de redes”. Grosso modo, este sistema consiste en combinar herramientas de IA, vídeos de otros creadores y plantillas de edición rápida para generar un enorme volumen de vídeos y monetizar la cuenta. Es una de esas prácticas para “generar ingresos pasivos“, entre comillas, que tan fuerte suelen golpear en cierto segmento de la población.
La realidad, no obstante, es mucho más compleja.
En Xataka
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Soluciones. Pocas, lamentablemente. Algunos usuarios han encontrado en incrustar una marca de agua dentro del propio vídeo una forma de que, si alguna herramienta de descarga puede eliminar la que genera la plataforma, esa permanezca. Sin embargo, la realidad es que las plataformas sociales no han conseguido frenar la distribución de contenido original por parte de terceros.
Facebook, Instagram, YouTube y TikTok están llenos de ese contenido. El algoritmo lo mezcla con el contenido original y lo sirve a los usuarios, que lo consumen. A todos los efectos, la plataforma sale ganando porque su objetivo (aumentar la retención) se consigue. El creador, aunque puede verse relativamente beneficiado en términos de exposición, pierde la ganancia que, potencialmente, podría haber tenido su perfil de haber publicado él mismo dicho contenido.
Imagen | Xataka
Qué están haciendo las plataformas. Ante esta situación, algunas plataformas han intentado tomar medidas con mayor o menor acierto.
YouTube lo tiene bien atado. Aunque es posible seguir subiendo y monetizando “contenidos reutilizados”, es decir, el típico vídeo reaccionando a la nueva canción de X o al vídeo de otro creador, la plataforma no permite monetizar lo que considera “contenido no auténtico” (los vídeos hechos en masa) o clips extraídos de un podcast que no es tuyo. Esto aplica tanto a vídeos largos como a Shorts.
Instagram permite subir contenido de terceros y no pone pegas. Ahora bien, si detecta que alguien ha subido un vídeo de otra persona, automáticamente añadirá una etiqueta “Contenido original de” y la vinculará a su perfil. La política, no obstante, es… compleja. El contenido editado materialmente, véase “una persona aparece en un vídeo superpuesto y añade nueva información, como comentarios”, se permite y se distribuye como normalmente.
Facebook ha sido más permisiva (hasta el punto de permitir la monetización directa de los vídeos con contenido no original), hasta ahora. La plataforma de Meta ha anunciado que adoptará en sus Reels una política similar a la de Instagram. No obstante, no hay mecanismos para evitar que una página suba contenido reusado.
TikTok tiene unas guías que, sobre el papel, excluyen del ‘Para ti’ el “contenido reproducido o no original que no incorpore cambios nuevos o creativos”. La realidad, no obstante, es que basta con añadir subtítulos o hacer alguna edición para que el vídeo se distribuya como normalmente.
En Xataka
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Otro tema es la propiedad intelectual. Este es un terreno pantanoso y las plataformas suelen cubrirse las espaldas en sus políticas prohibiéndolo, directamente. Cuando subimos un vídeo a TikTok o Instagram concedemos una licencia global para que ese vídeo se explote, pero los derechos de dicho vídeo siguen siendo nuestros. Podríamos, en teoría, poner una reclamación de copyright a todas las cuentas que veamos que usen nuestro contenido, pero eso es un trabajo intenso y, hablando en plata, ponerle puertas al campo.
Esto mismo lo podemos encontrar en otros sectores. Por ejemplo, los modelos subidos a las repositorios de impresión 3D son, salvo que así esté marcado, para uso personal. El que se descarga un modelo de MakerWorld no tiene licencia comercial para explotarlo en su tienda de Etsy. Sin embargo, esta una práctica conocida y perseguida por la comunidad, pero contra la que es complicado luchar.
En resumen. Las cuentas que usan contenido de terceros no van a desaparecer y combatir esta práctica no parece fácil. Esa es una paradoja en toda regla, ya que las plataformas animan a los usuarios a subir contenido original, pero al mismo tiempo no lo protegen por completo. Y no solo eso, sino que al usuario no le importa en exceso porque, al fin y al cabo, acuden a estas plataformas para entretenerse. Es indiferente si ese entretenimiento viene del vídeo más trabajado del mundo, una recopilación de bebés graciosos, la enésima iteración de Tung Tung Tung Sahur o un vídeo de un muchacho bailando sobre un kayak.
Imagen de portada | Xataka
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TikTok e Instagram se han convertido en un inmenso recopilatorio de vídeos robados. Y no tienen ni idea de cómo solucionarlo
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Jose García
.
Abres TikTok (o tu plataforma de vídeos cortos de confianza) y aparece lo siguiente: un clip extraído de un podcast subido por la cuenta aleatoria @user97567, un vídeo a pantalla partida con una charla arriba y parkour en Minecraft abajo y un recopilatorio de vídeos de gatos que sube @funnycatsLOLhaha. ¿Qué tienen en común todos estos clips? Que ninguno es propio. Todo ese contenido ha sido robado a sus creadores originales y el problema es que ninguna plataforma parece saber cómo solucionarlo.
Contexto. Cuando subes algo a Internet, controlar su distribución es extremadamente complicado. De la misma forma que nadie puede evitar que copies y pegues este texto en un blog, evitar que alguien descargue un vídeo de YouTube, un TikTok, un Reel, un contenido en general, no es cosa fácil. En muchas ocasiones lo permite la propia plataforma y, si no, es posible recurrir a herramientas de terceros que, en ocasiones, pueden incluso retirar la marca de agua.
Para qué. Los perfiles que resuben contenido de otros usuarios no lo hacen por amor al arte. Lo hacen con dos posibles objetivos: monetizar la cuenta usando los fondos dedicados de la plataforma o inflar las cifras para venderlas. Seguramente los nombres Cabronazi o PostureoEspañol hagan sonar la campana. También es posible que sea una cuenta de fans, en cuyo caso el motivo puede ser más inocente. Sea como fuere, estas cuentas se promocionan a base de robar contenido de otros usuarios y republicarlo tras una ligera modificación (si acaso).
El típico “Para ti”: cuentas de memes, vídeos de gatos y cuentas con cero unidades de contenido propio | Capturas: Xataka
De hecho, hay perfiles y cursos especializados en lo que, normalmente, se conoce como “automatización de redes”. Grosso modo, este sistema consiste en combinar herramientas de IA, vídeos de otros creadores y plantillas de edición rápida para generar un enorme volumen de vídeos y monetizar la cuenta. Es una de esas prácticas para “generar ingresos pasivos“, entre comillas, que tan fuerte suelen golpear en cierto segmento de la población.
Soluciones. Pocas, lamentablemente. Algunos usuarios han encontrado en incrustar una marca de agua dentro del propio vídeo una forma de que, si alguna herramienta de descarga puede eliminar la que genera la plataforma, esa permanezca. Sin embargo, la realidad es que las plataformas sociales no han conseguido frenar la distribución de contenido original por parte de terceros.
Facebook, Instagram, YouTube y TikTok están llenos de ese contenido. El algoritmo lo mezcla con el contenido original y lo sirve a los usuarios, que lo consumen. A todos los efectos, la plataforma sale ganando porque su objetivo (aumentar la retención) se consigue. El creador, aunque puede verse relativamente beneficiado en términos de exposición, pierde la ganancia que, potencialmente, podría haber tenido su perfil de haber publicado él mismo dicho contenido.
Imagen | Xataka
Qué están haciendo las plataformas. Ante esta situación, algunas plataformas han intentado tomar medidas con mayor o menor acierto.
YouTube lo tiene bien atado. Aunque es posible seguir subiendo y monetizando “contenidos reutilizados”, es decir, el típico vídeo reaccionando a la nueva canción de X o al vídeo de otro creador, la plataforma no permite monetizar lo que considera “contenido no auténtico” (los vídeos hechos en masa) o clips extraídos de un podcast que no es tuyo. Esto aplica tanto a vídeos largos como a Shorts.
Instagram permite subir contenido de terceros y no pone pegas. Ahora bien, si detecta que alguien ha subido un vídeo de otra persona, automáticamente añadirá una etiqueta “Contenido original de” y la vinculará a su perfil. La política, no obstante, es… compleja. El contenido editado materialmente, véase “una persona aparece en un vídeo superpuesto y añade nueva información, como comentarios”, se permite y se distribuye como normalmente.
Facebook ha sido más permisiva (hasta el punto de permitir la monetización directa de los vídeos con contenido no original), hasta ahora. La plataforma de Meta ha anunciado que adoptará en sus Reels una política similar a la de Instagram. No obstante, no hay mecanismos para evitar que una página suba contenido reusado.
TikTok tiene unas guías que, sobre el papel, excluyen del ‘Para ti’ el “contenido reproducido o no original que no incorpore cambios nuevos o creativos”. La realidad, no obstante, es que basta con añadir subtítulos o hacer alguna edición para que el vídeo se distribuya como normalmente.
Otro tema es la propiedad intelectual. Este es un terreno pantanoso y las plataformas suelen cubrirse las espaldas en sus políticas prohibiéndolo, directamente. Cuando subimos un vídeo a TikTok o Instagram concedemos una licencia global para que ese vídeo se explote, pero los derechos de dicho vídeo siguen siendo nuestros. Podríamos, en teoría, poner una reclamación de copyright a todas las cuentas que veamos que usen nuestro contenido, pero eso es un trabajo intenso y, hablando en plata, ponerle puertas al campo.
Esto mismo lo podemos encontrar en otros sectores. Por ejemplo, los modelos subidos a las repositorios de impresión 3D son, salvo que así esté marcado, para uso personal. El que se descarga un modelo de MakerWorld no tiene licencia comercial para explotarlo en su tienda de Etsy. Sin embargo, esta una práctica conocida y perseguida por la comunidad, pero contra la que es complicado luchar.
En resumen. Las cuentas que usan contenido de terceros no van a desaparecer y combatir esta práctica no parece fácil. Esa es una paradoja en toda regla, ya que las plataformas animan a los usuarios a subir contenido original, pero al mismo tiempo no lo protegen por completo. Y no solo eso, sino que al usuario no le importa en exceso porque, al fin y al cabo, acuden a estas plataformas para entretenerse. Es indiferente si ese entretenimiento viene del vídeo más trabajado del mundo, una recopilación de bebés graciosos, la enésima iteración de Tung Tung Tung Sahur o un vídeo de un muchacho bailando sobre un kayak.