Un domingo en la FIL es un hormiguero donde la palabra que más se escucha es “perdón”. Perdón por el codazo, perdón por el empujón, por el pisotón. Porque no hay forma de andar por los pasillos de la enorme ciudad de los libros. Perdón, perdón. Pero no solo hay que alimentar el espíritu. La comida tiene un protagonismo especial en este encuentro, tanto en el programa cultural como en la calle. Este año se aventura un duelo de espadas entre dos países con una alta gastronomía que no siempre acaban de entenderse. De México, los españoles suelen quejarse de que todo lleva salsas y está demasiado cocinado; en España, los mexicanos echan en falta el moje y encuentran cruda la carne y el pescado.