Los gobiernos de Occidente, esta vez con Estados Unidos de la mano, quieren evitar que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, siga jugando a ganar tiempo. La semana, que comenzó con el anuncio de la propuesta de un alto el fuego de 30 días acordado entre Washington y Kiev y cuestionado por Moscú, ha concluido con un esfuerzo diplomático concertado para incrementar la presión sobre el presidente ruso y forzarlo a sentarse en la mesa de negociación.