‘El mar’: una vida arrollada por la historia

Crítica de teatro ‘El mar’ Dramaturgia Alberto Conejero, a partir de textos de las niñas y niños de la escuela de Bañelos de Bureba, de Antoni Benaiges, Marina Garcés y Alberto Conejero Dirección Xavier Bobés y Alberto Conejero Espacio escénico Pep Aymerich Audiovisuales Albert Coma Espacio sonoro Julià Carboneras Iluminación Jou Serra y Mario Andrés Gómez Intérpretes Xavier Bobés y Sergi Torrecilla Lugar Teatro de La Abadía, Madrid 4 Las víctimas como motor de la historia, las víctimas como esa memoria persistente que señala a sus verdugos, que se rebela ante el silencio impuesto por sus asesinos, esa es la reflexión que encontramos en gran parte del teatro de Alberto Conejero , y que vuelve a aparecer en ‘El mar’, la obra que acaba de llegar a La Abadía. Tanto en ‘La piedra oscura’, como en ‘La geometría del trigo’, como en ‘El mar’, Conejero rescata unas vidas humildes para que, como quería Auden, nos susurren al oído el secreto de su tragedia, para que nos hablen de aquello que Martin Amis llamó la falta de valor de lo humano en medio de las histerias de la historia. En ‘El mar’, Conejero y Xavier Bobés hacen un teatro de la verdad: la verdad que busca un pobre maestro llamado Antoni Benaiges , que opta por enseñar allí donde España se había convertido en un vertedero de atraso y de miseria, en Bañuelos de Bureva (Burgos); y la verdad de una obra que escarba en los documentos olvidados, en las fotografías postergadas para hacer, como Sebald, un puzle de la memoria enterrada. La vida minúscula de Antoni Benaiges está narrada visualmente a través de esa cámara que rastrea su biografía moral, una biografía moral que hizo de un gramófono, una imprenta, una revista y unos alumnos toda una pedagogía como forma de transformar la realidad. Esa narración visual alcanza momentos de una belleza verdadera, de esa emoción que tienen las cosas cuando están cargadas con el peso de la vida, cuando se convierten en símbolos, en emblemas por los que habla el pasado. Por supuesto el mayor símbolo es el mar, el sueño de ver el mar, la promesa que, en la mente de esos niños, nos dará momentos llenos de humor pero que actúa como un lugar imposible porque la guerra llenará las tierras de España de un mar de sangre. Hay que resaltar el juego interpretativo que llevan a cabo Xavier Bobés y Sergi Torrecilla y hay que destacar, sobre todo, la poesía que son capaces de transmitir más allá de lo propiamente documental. ‘El mar’ es un viaje a los sueños frustrados y un viaje a la salvación de la memoria. El final pone los pelos de punta, tiene la épica humilde y la tragedia de una vida arrollada por la historia, de una historia que se sube a un camión lleno de milicianos donde se proyecta la sombra de Caín. MÁS INFORMACIÓN noticia Si ‘El mar’, memoria de un maestro y una promesa que no pudo cumplir Antoni Benaiges ha vuelto para darnos una lección de compromiso con los otros y lo ha hecho a través de esta obra donde la sencillez es parte de su grandeza, de este canto a la enseñanza como una aventura personal y una aventura civil. Como dijo Pierre Michon, es imposible cerrar los ojos a las vidas ejemplares.

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