Resulta loable un pacto para reducir en un 50 % las muertes por accidentes de tránsito, una verdadera pandemia tristemente trágica por los efectos sobre las familias y la seguridad ciudadana.
Es claro que debe plagarse un plan que cubra los diferentes aspectos que inciden en el desorden que se muestra en el tránsito, y, sobre todo, planificación.
Sin embargo, hay un aspecto que no es negociable, ni se asienta en un pacto, que es el cumplimiento de la ley.
La República Dominicana tiene que darse un orden y reducir el caos en que hemos convertido el tránsito, lleno de imprudencia, descortesía e irrespeto a la ley y a la autoridad.
No despreciemos el cumplimiento de la ley como la prioridad en este asunto. Incluso, por los efectos multiplicadores que ello conllevaría en el orden social y en restablecer el respeto a la autoridad.