La viabilidad de Cabo Rojo está ahora en buenas manos
La apuesta del Gobierno dominicano por el Grupo Puntacana como desarrollador de Cabo Rojo es una decisión acertada, la mejor que podía haberse tomado.
No hay en el país y en una buena parte del continente un grupo tan experimentado para poner en marcha un destino turístico como el que lideran los Rainieri.
La apuesta del Gobierno y en especial del presidente Abinader de crear una zona turística nueva complementaria a las existentes en el país, era una tarea ardua de cumplir.
El proyecto Cabo Rojo no estaba en manos de expertos. Los conocimientos de Sigmund Freund son muy escasos en esta materia, por mucho empeño que le estuviera poniendo el abogado/político del PRM.
Es público y notorio que Cabo Rojo no acaba de despegar, a pesar de la intensa campaña y propaganda gubernamental y de los integrantes del fideicomiso liderado por Freund.
Incluso dentro del propio Gobierno hay actores, y no precisamente de reparto, que no acaban de entender este nuevo destino turístico auspiciado por Palacio.
Cabo Rojo solo puede realizarse con un equipo experimentado como el de los Rainieri, y no es una opinión sino una meridiana realidad difícil de rebatir.
Porque el Grupo Punta Cana ha dado pruebas más que fehacientes de sus capacidades como desarrolladores de destinos turísticos: los que más.
La zona turística más relevante del país la ha levantado la familia Rainieri con incontables horas de trabajo, imaginación y buen hacer. Es difícil discrepar de esta apreciación.
No sabemos de dónde sacarán el tiempo los Rainieri para compatibilizar sus inversiones en otros destinos emergentes (Punta Arena, Miches y Bergantín) pero por iniciativa y entrega no será.
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La apuesta del Gobierno dominicano por el Grupo Puntacana como desarrollador de Cabo Rojo es una decisión acertada, la mejor que podía haberse tomado.
No hay en el país y en una buena parte del continente un grupo tan experimentado para poner en marcha un destino turístico como el que lideran los Rainieri.
La apuesta del Gobierno y en especial del presidente Abinader de crear una zona turística nueva complementaria a las existentes en el país, era una tarea ardua de cumplir.
El proyecto Cabo Rojo no estaba en manos de expertos. Los conocimientos de Sigmund Freund son muy escasos en esta materia, por mucho empeño que le estuviera poniendo el abogado/político del PRM.
Es público y notorio que Cabo Rojo no acaba de despegar, a pesar de la intensa campaña y propaganda gubernamental y de los integrantes del fideicomiso liderado por Freund.
Incluso dentro del propio Gobierno hay actores, y no precisamente de reparto, que no acaban de entender este nuevo destino turístico auspiciado por Palacio.
Cabo Rojo solo puede realizarse con un equipo experimentado como el de los Rainieri, y no es una opinión sino una meridiana realidad difícil de rebatir.
Porque el Grupo Punta Cana ha dado pruebas más que fehacientes de sus capacidades como desarrolladores de destinos turísticos: los que más.
La zona turística más relevante del país la ha levantado la familia Rainieri con incontables horas de trabajo, imaginación y buen hacer. Es difícil discrepar de esta apreciación.
No sabemos de dónde sacarán el tiempo los Rainieri para compatibilizar sus inversiones en otros destinos emergentes (Punta Arena, Miches y Bergantín) pero por iniciativa y entrega no será.