Aunque Ante Tomic ni siquiera torció el gesto, apenas una mirada al cielo con un resoplido de soslayo, poco preocupado por los pines individuales y siempre con el deber colectivo por delante, la sensación en el seno del Joventut fue de injusticia, incluso de partidismo, ante la resolución de los gerifaltes de la ACB, que decidieron darle el premio al MVP de la temporada regular a Marcelinho Huertas cuando el que mejor valoración media tuvo (20,9 por 16,6 del base del Tenerife) fue el pívot verdiblanco. Pero, como si quisiera validar el galardón, la elección del mejor asistente y quizá el mejor director de los partidos, toda vez que hay muy pocos jugadores que tengan tanto baloncesto en la cabeza, capacidad sensacional para leer los duelos, Marcelinho, de 42 primaveras ni más ni menos, entró en los playoffs de la Liga Endesa en combustión, un tifón incontenible, al punto de que anotó 10 de los primeros 12 puntos del equipo. Una actuación que, en cualquier caso, no se le indigestó al Joventut, donde la batuta la manejaba Pau Ribas, los puntos los ponían alternamente Tomic y Pustovyi bajo el aro, y la guindilla corría por parte de Dekker, un triple sobre la bocina para cerrar el acto entre estrecheces (22-21).
