Pep Guadiola llevaba un rato frotándose la cabeza, este sábado en el City Ground de Nottingham, cuando los peores indicios afloraron en el punto más sensible de su equipo. A la media hora de partido Nico González se hizo con un balón en el mediocampo y cuando intentó girarse exhibió la clase de inestabilidad que paraliza a los futbolistas demasiado pesados y rígidos para desenvolverse en 360 grados a 20 metros de su área, ahí donde una pérdida no equivale a un mero contratiempo, sino a sufrir media oportunidad de gol en contra. La reacción del jugador español, fichado en enero por 60 millones de euros para ocupar el puesto baldío que dejó Rodri, fue desesperada y aparatosa. Hizo falta a su oponente y el árbitro le mostró la tarjeta amarilla. Fue la constatación del penoso estado en el que se encuentra el Manchester City sin que los 250 millones de euros que se acaba de gastar en el último mercado le sirva para subsanar carencias. El resultado final, 1-0 a favor del Forest, lo expone a perder la cuarta plaza de la Premier, último vagón del acceso a Champions. Lo asedian Chelsea, Fulham, Newcastle, Bournemouth y Aston Villa, y, lo peor, lo envuelve la desesperanza.