Los países de América Latina, sobre todo, vivimos por lo regular en un péndulo entre esperanza e incertidumbre respecto a los cambios de gobiernos en los Estados Unidos.
Siempre creemos que hay gobiernos que nos pueden ayudar y en otras ocasiones que nos perjudicarán con sus políticas. Y lo único que nadie puede esperar es que desde ese gran país habrá una panacea para resolvernos nuestros problemas.
En especial, porque muchas de nuestras dificultades obedecen a debilidades internas y falta de planificación. La primera falencia es creer que alguien se ocupará de ellas.
Tal es la cuestión que los principales sectores que tienen crisis o complicaciones cuentan con recursos potenciales para superarlos.
