Pensábamos que el auge turístico de Japón era una oportunidad para la IA. Se ha convertido en un remedio inesperado
Japón es uno de esos países que uno cree conocer sin haberlo pisado. Por sus templos milenarios, por sus trenes que superan los 300 km/h, por su tecnología y por sus robots. Por eso no extraña que millones de personas hagan las maletas cada año para recorrer sus ciudades, sus montañas y hasta sus zonas rurales menos conocidas. Lo que sí sorprende es esto: cómo la IA empieza a abrirse paso allí donde, hasta ahora, solo se aceptaba el talento humano.
La paradoja es tan japonesa como su cultura: un país donde se valora profundamente la hospitalidad, y, al mismo tiempo, donde escasean quienes puedan practicarla. Porque si algo ha revelado el tsunami de turistas que está recibiendo Japón es que la falta de guías bilingües se ha convertido en un problema serio. No es nuevo. Muchos se jubilaron durante los difíciles años que atravesó el sector durante la pandemia, otros cambiaron de sector. Pero ahora la situación aprieta, y el país empieza a responder.
Donde antes había un guía con sonrisa, ahora hay una app con IA
La escasez de guías no es una anécdota. Es una realidad que empieza a dejar huella en la experiencia de miles de viajeros. Como recoge Nikkei Asia, Japón contaba en 2019 con algo más de 46.000 guías bilingües. La cifra incluía tanto a profesionales licenciados como a certificados por gobiernos locales, e incluso a personas con conocimientos suficientes como para desempeñar ese rol. Cuatro años después, la cifra había caído casi un 20%. En 2023 quedaban unos 37.700. La tendencia sigue a la baja.
Los motivos se entienden rápido. La pandemia arrasó con los calendarios turísticos, congeló reservas y dejó a miles de guías freelance sin ingresos estables. Muchos buscaron otro camino. Algunos se retiraron. Y aunque han pasado años desde aquellos tiempos, lo que ha quedado es una plantilla envejecida: cerca del 60 % de los guías con licencia tienen más de 60 años. Si hablamos del examen oficial, en 2024 solo lo aprobaron 380 personas.
Las agencias lo notan. Algunas reconocen que han tenido que cancelar o reprogramar tours porque, sencillamente, no había nadie disponible para atenderlos. Antes, cuando su plantilla estaba al límite, podían recurrir a profesionales independientes. Ahora, ni eso. Y aunque desde 2018 Japón permite realizar tours de pago sin necesidad de licencia oficial, buena parte de los turistas y las agencias siguen prefiriendo guías autorizados, con conocimientos, acreditaciones y, sobre todo, confianza.
Hoy, en lugares como Okinawa, hay turistas que prefieren la voz robótica de aplicaciones como la del operador Cerulean Blue antes que quedarse sin tour. El sistema detecta su ubicación mediante el GPS del móvil, muestra información en tiempo real con realidad aumentada y activa audioguías a medida que el visitante avanza.
Ese gesto, casi imperceptible, dice mucho del presente… y tal vez también del futuro. Porque la IA aún no improvisa chistes, no siente orgullo al hablar de su ciudad, no responde con una sonrisa. Pero cuando el guía no llega, la tecnología parece estar lista para responder.
Y lo más interesante es que el turismo no es un caso aislado. Lo que está ocurriendo con los guías forma parte de un patrón más amplio que empieza a notarse con fuerza en Japón. En la agricultura, por ejemplo, las empresas están usando apps basadas en IA capaces de identificar enfermedades de las plantas con solo una foto. En las escuelas, los profesores de inglés no dan abasto, así que algunas ya utilizan asistentes virtuales que conversan con los alumnos.
En Xataka
Ha ocurrido algo inédito en la isla de Japón con toneladas de tierras raras: han aparecido dos portaaviones de China
En la administración pública, ayuntamientos como el de Yokosuka han comenzado a usar ChatGPT para resumir reuniones y redactar documentos. Según cálculos del propio consistorio, el ahorro de tiempo se cuenta en miles de horas al año. Todo esto responde a un mismo problema estructural: la falta de manos. Japón es una potencia tecnológica, sí. Pero también es un país que está envejeciendo y cuenta con una tasa de natalidad muy baja.
Imágenes | Micah Camper | Angel | Geoff Oliver
En Xataka | Japón se ha dado cuenta de que para acoger a 60 millones de turistas le falta algo: trabajadores en los hoteles
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Pensábamos que el auge turístico de Japón era una oportunidad para la IA. Se ha convertido en un remedio inesperado
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Xataka
por
Javier Marquez
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Japón es uno de esos países que uno cree conocer sin haberlo pisado. Por sus templos milenarios, por sus trenes que superan los 300 km/h, por su tecnología y por sus robots. Por eso no extraña que millones de personas hagan las maletas cada año para recorrer sus ciudades, sus montañas y hasta sus zonas rurales menos conocidas. Lo que sí sorprende es esto: cómo la IA empieza a abrirse paso allí donde, hasta ahora, solo se aceptaba el talento humano.
La paradoja es tan japonesa como su cultura: un país donde se valora profundamente la hospitalidad, y, al mismo tiempo, donde escasean quienes puedan practicarla. Porque si algo ha revelado el tsunami de turistas que está recibiendo Japón es que la falta de guías bilingües se ha convertido en un problema serio. No es nuevo. Muchos se jubilaron durante los difíciles años que atravesó el sector durante la pandemia, otros cambiaron de sector. Pero ahora la situación aprieta, y el país empieza a responder.
Donde antes había un guía con sonrisa, ahora hay una app con IA
La escasez de guías no es una anécdota. Es una realidad que empieza a dejar huella en la experiencia de miles de viajeros. Como recoge Nikkei Asia, Japón contaba en 2019 con algo más de 46.000 guías bilingües. La cifra incluía tanto a profesionales licenciados como a certificados por gobiernos locales, e incluso a personas con conocimientos suficientes como para desempeñar ese rol. Cuatro años después, la cifra había caído casi un 20%. En 2023 quedaban unos 37.700. La tendencia sigue a la baja.
Los motivos se entienden rápido. La pandemia arrasó con los calendarios turísticos, congeló reservas y dejó a miles de guías freelance sin ingresos estables. Muchos buscaron otro camino. Algunos se retiraron. Y aunque han pasado años desde aquellos tiempos, lo que ha quedado es una plantilla envejecida: cerca del 60 % de los guías con licencia tienen más de 60 años. Si hablamos del examen oficial, en 2024 solo lo aprobaron 380 personas.
Las agencias lo notan. Algunas reconocen que han tenido que cancelar o reprogramar tours porque, sencillamente, no había nadie disponible para atenderlos. Antes, cuando su plantilla estaba al límite, podían recurrir a profesionales independientes. Ahora, ni eso. Y aunque desde 2018 Japón permite realizar tours de pago sin necesidad de licencia oficial, buena parte de los turistas y las agencias siguen prefiriendo guías autorizados, con conocimientos, acreditaciones y, sobre todo, confianza.
Hoy, en lugares como Okinawa, hay turistas que prefieren la voz robótica de aplicaciones como la del operador Cerulean Blue antes que quedarse sin tour. El sistema detecta su ubicación mediante el GPS del móvil, muestra información en tiempo real con realidad aumentada y activa audioguías a medida que el visitante avanza.
Ese gesto, casi imperceptible, dice mucho del presente… y tal vez también del futuro. Porque la IA aún no improvisa chistes, no siente orgullo al hablar de su ciudad, no responde con una sonrisa. Pero cuando el guía no llega, la tecnología parece estar lista para responder.
Y lo más interesante es que el turismo no es un caso aislado. Lo que está ocurriendo con los guías forma parte de un patrón más amplio que empieza a notarse con fuerza en Japón. En la agricultura, por ejemplo, las empresas están usando apps basadas en IA capaces de identificar enfermedades de las plantas con solo una foto. En las escuelas, los profesores de inglés no dan abasto, así que algunas ya utilizan asistentes virtuales que conversan con los alumnos.
En la administración pública, ayuntamientos como el de Yokosuka han comenzado a usar ChatGPT para resumir reuniones y redactar documentos. Según cálculos del propio consistorio, el ahorro de tiempo se cuenta en miles de horas al año. Todo esto responde a un mismo problema estructural: la falta de manos. Japón es una potencia tecnológica, sí. Pero también es un país que está envejeciendo y cuenta con una tasa de natalidad muy baja.