PERFIL | Solbes, el ministro que se divorció de Zapatero

Todo presidente del Gobierno en España incluye en su equipo un ministro que parece nombrado, además de por su competencia, con el objetivo de dar tranquilidad a Bruselas. Cuando Sánchez llegó a la Moncloa, ese papel recayó en la hoy vicepresidenta primera, Nadia Calviño. En 2004, cuando el socialista José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones, el encargado de ejercerlo fue Pedro Solbes.

Solbes (Alicante, 1942) era, con diferencia, el ministro con más experiencia y más respetado de ese reciente gobierno de 2004. Venía de ser comisario europeo de Asuntos Económicos (en el periodo del italiano Romano Prodi) y había sido ministro de Agricultura con Felipe González. Ofrecía la imagen de alguien que podía discutirle al presidente del Gobierno. Pero su problema fue que no quiso discutir con él hasta que ya fue demasiado tarde.

Su primer periodo como ministro de Zapatero (2004-2008) fue relativamente cordial. Solbes apostó por intentar la estabilidad presupuestaria, y Zapatero –con sus más y sus menos- le iba dejando. Pero los años de esa primera legislatura pasaban y las cuentas se torcían cada vez más.

Llegó 2008. Fue el año de la gran crisis económica de España. Y Solbes, como vicepresidente de Economía y Hacienda y por tanto responsable de detectar esa crisis y tomar medidas para evitarla, no lo hizo. Su actitud podía tener una excusa política: en marzo de 2008 se celebraban las elecciones generales y el mantra de Zapatero para afrontarlas era que la economía iba bien.

Ahí, Solbes aceptó convertirse en su principal escudo. El ministro con apariencia de burócrata europeo se reconvirtió en un eficaz portavoz de la campaña electoral del PSOE. Donde unos veían crisis económica, él percibía «brotes verdes». Y así hasta el 9 de marzo, día en el que se celebraron las elecciones.

Zapatero ganó sus segundas elecciones y Solbes repitió como ministro de Economía. Entonces, la crisis no tardó en aflorar y llegó el momento en el que fue imposible negarla. En reflexiones muy posteriores, Pedro Solbes reconoció que fue un error aceptar el encargo de repetir como ministro de Economía. Su otro gran error –como él mismo dejó escrito- fue reconocer muy tarde que había una crisis económica en España.

Una vez que entró en ese segundo gobierno de Zapatero, la actitud de Solbes cambió. Todos los que lo conocían saben que era un hombre que no hablaba alto, que no quería imponerse con las formas. Pero esa forma de actuar no impidió que no aflorasen sus diferencias con Zapatero, cada vez mayores. En medio de la crisis, el presidente impulsó el llamado Plan E, que básicamente se resumía en dar numerosas subvenciones a las administraciones para gastar más y con esa actividad generar empleos. Solbes se convirtió en el cooperador necesario de esa medida, pese a que pensaba que no era el camino más adecuado. También le tocó ser copartícipe de otras medidas como el cheque bebé a todas las familias, independientemente de la renta que tuviesen, propuesta que tampoco compartía.

Llegó un punto en que estaba claro que las posiciones de Solbes estaban en la línea opuesta a las de Zapatero, que -como presidente del gobierno- impuso su senda a seguir. La crisis se agravó y el distanciamiento entre los dos se hizo ya inmenso. Hasta que, finalmente, dimitió en abril de 2009.

Su salida del Gobierno no fue traumática. No hubo grandes portazos, ni declaraciones duras del ministro contra su presidente. Solbes se fue con elegancia y optó por desaparecer de la vida pública. Años después, en 2013, publicó unas memorias, pero no las utilizó para ajustar cuentas, sino para asumir su culpa.

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