Política de los Leopard

Las operaciones parecen estancadas con un equilibrio militar inestable. Hasta ahora ha sido una campaña de desgaste tremendamente letal (alrededor de 200.000 bajas militares y 10.000 civiles muertos o heridos ). Excepto en las primeras semanas tras la invasión, el acento de la acción de los países que apoyan a Ucrania ha descansado sobre las capacidades militares, olvidando las de la política y las de su instrumento diplomático. Para la nueva campaña, tras el invierno, en EE. UU., y por tanto en la OTAN, se pretende incrementar sustantivamente el poder de las tropas ucranianas engrosando, cualitativa y cuantitativamente, sus capacidades en tres formas de acción clásicas: fuego, movimiento y, especialmente, choque. O, en términos prácticos: dotarlas de vehículos (blindados) de combate más modernos que los hasta ahora transferidos, para incrementar su capacidad de movimiento; proporcionarlas sistemas artilleros de mayor alcance y potencia de fuego (ATACMS de largo alcance); y, sobre todo, proveerlas de modernos carros de combate pesados, para elevar exponencialmente su potencia de choque. Eso sería, en suma, una gran escalada que podría constituir la antesala de un escenario nuclearizado. Lo de los carros es objeto de la mayor controversia, bien que, en primera instancia, ese gran aumento de la potencia de choque ucraniana en presencia supondría para algunos gobiernos (entre ellos el español) el derrumbe del relato tras el que se escudan, voceando que los medios que se transfieren a Ucrania son solo «defensivos». Pero Zelenski sigue exigiendo perentoriamente la entrega de cientos de carros de combate Leopard 2 (de patente alemana), en servicio desde 1979, del que se han fabricado alrededor de 3.500 unidades en, al menos, siete versiones repartidas por todo el mundo (especialmente en Europa). El líder ucraniano pretende que Alemania transfiera a Ucrania carros Leopard 2 de su inventario, así como que autorice a otros países, que tienen de dotación tales medios, a hacer lo propio, bien que, por obligación contractual, necesiten de tal autorización. Para intentar armonizar posturas, el Grupo de Contacto para la ayuda a Ucrania se reunió, el pasado día 20, a nivel ministerial (la ministra de defensa, Margarita Robles , se escaqueó de la cita), en la base aérea norteamericana de Ramstein, sin alcanzar ningún acuerdo sobre el asunto. Alemania, de momento, se ha negado tanto a la transferencia de sus medios como a la autorización para que lo hagan otros. Todo un toque de atención hacia Ucrania, Polonia y los socios y aliados que propugnan la escalada. El canciller Scholz había sido muy claro, en Davos-23, afirmando que la acción alemana estaba «estratégicamente entrelazada» con la de sus aliados (en román paladino, que Alemania solo se metería en ese fregado si también lo hacían EE. UU. y Francia). En la cita de Ramstein , el flamante ministro de defensa alemán, Boris Pistorius, no se movió de esa postura porque los alemanes tienen buenas razones para mantenerla. Berlín no quiere aparecer, en punta de vanguardia frente a Rusia, como el factor clave para disparar la capacidad ofensiva ucraniana. Tampoco desea engancharse férrea e irremisiblemente al compromiso y la carga logística que ello supondría, particularmente en el plano de los repuestos, el mantenimiento y el municionamiento. Noticia Relacionada estandar No Polonia pedirá permiso a Berlín para dotar a Ucrania con Leopard y los países bálticos presionan para el envío Rosalía Sánchez Prisa en el flanco oriental de la OTAN por la llegada de los tanques a Kiev Pero la presión dentro de la OTAN y la UE sobre Alemania es tremenda. Polonia encabeza un grupo de una decena de países aliados prestos para tal transferencia llegando, incluso, a amenazar con violar la obligación contractual del previo placet alemán , si Alemania no lo diera. Lo que, de llevarse a cabo así, introduciría un grave problema de relación interna tanto en el seno aliado, como en el comunitario. E incluso en el propio gobierno alemán, entre los partidarios de la entrega (los Verdes, que controlan el ministerio de economía y el de asuntos exteriores) y los reticentes a la transferencia (SPD, canciller y ministerio de defensa). Extrañaría que EE. UU. y el Reino Unido, desde la sombra, fueran ajenos a todo eso. No sería extraño que, finalmente, Alemania abriera la mano a la autorización para que otros pudieran transferir sus Leopard a Ucrania. Llegados a este punto, tampoco sería insólita la elevación a nivel de brigadas de los grupos que los países de la OTAN, entre ellos España (en Letonia, en el seno del grupo canadiense), despliegan, en presencia adelantada, próximos a las fronteras occidentales de Rusia.

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