El gluten es una proteína presente en algunos cereales como el trigo, la cebada, el centeno, el triticale y la espelta.
La avena no tiene gluten, pero es habitual que quede contaminada con él durante su cultivo, transporte, procesamiento o envasado. Por eso, las personas celíacas sólo pueden consumir avena que esté etiquetada como libre de gluten.
Además, el gluten se utiliza como espesante en la industria alimentaria por lo que se encuentra en un buen número de alimentos procesados. También está presente en algunos medicamentos.
El gluten en sí mismo no es nocivo. De hecho, la mayoría de las personas lo consume sin ningún problema. No obstante, el sistema inmune de quienes padecen la enfermedad celíaca lo considera erróneamente una amenaza y, como tal, lo ataca.
Esto desencadena una reacción inflamatoria que daña el intestino delgado, lo que hace que disminuya su capacidad para absorber los nutrientes presentes en los alimentos.
Los especialistas del Hospital de Bellvitge, situado en Hospitalet de Llobregat, provincia de Barcelona, en el noreste de España, explica que los síntomas de la enfermedad celíaca pueden variar en función de la edad. Así, es habitual que los niños presenten los llamados síntomas clásicos como:
- Diarrea
- Esteatorrea (presencia de materia grasa en las heces)
- Pérdida de peso
- Anemia ferropénica
- Retraso del crecimiento
No obstante, indican que en los adultos la presentación clásica de la celiaquía es poco frecuente. Los síntomas que suelen manifestarse en los adultos son muy variables y van desde sensación de hinchazón, dolor abdominal, diarrea, estreñimiento, síntomas compatibles con el síndrome del intestino irritable hasta vómitos.
Pero también puede haber síntomas extraintestinales como fatiga, irritabilidad, dolor de cabeza, dificultad para concentrarse después de comer gluten, osteoporosis precoz, aftas orales de repetición, infertilidad o dermatitis herpetiforme.
En este sentido, la doctora Gemma Ibáñez, especialista del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital de Bellvitge, explica que, además de autoinmune y crónica, la celiaquía es una enfermedad sistémica.
“Por eso puede provocar migraña, cansancio, tristeza, infertilidad o abortos recurrentes. Tengo pacientes que han abortado tres y cuatro veces, y es porque su intestino no absorbe nutrientes y, por tanto, estos no pasan al feto”, señala.
También lo vemos en hombres. Hay pacientes que tienen oligospermia (bajo recuento de espermatozoides) y es por la misma causa, indica.
La enfermedad celíaca no tiene cura, pero sí se puede tratar

“El único tratamiento eficaz que hasta ahora garantiza a los celíacos un perfecto estado de salud, con la desaparición de las manifestaciones clínicas, la normalización de los análisis y la recuperación de la estructura normal de la mucosa intestinal, consiste en mantener una dieta estricta sin gluten durante toda la vida”, aseguran los especialistas del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital de Bellvitge.
“La dieta sin gluten no puede saltarse ni un día ni dos ni ninguno. Ni un poco ni mucho. Debe ser muy estricta para evitar lesiones intestinales”, advierten.
En este sentido, desde la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE) aclaran que cuando una persona celíaca ingiere gluten tiene lugar una respuesta inmunitaria por la que se generan anticuerpos que atacan y destruyen las vellosidades de la pared intestinal.
“Al eliminarlo de la dieta, deja de tener lugar esta reacción inmunitaria y el intestino comienza a regenerarse”.
“Siempre que un paciente se salta la dieta, se activa su sistema inmunitario y se produce daño intestinal. Los síntomas más comunes que aparecen tras el consumo puntual de gluten son: dolor abdominal, diarrea, fatiga, dolor de cabeza, náuseas, vómitos y dermatitis herpetiforme”, añaden.
Sin embargo, destacan que, a largo plazo, la transgresión reiterada de la dieta sin gluten tiene consecuencias más allá de estos síntomas, entre ellas: osteoporosis, anemia, infertilidad, daño hepático, manifestaciones neurológicas y ciertos tipos de cáncer.
En cuanto a la osteoporosis, la FACE señala que, si no se sigue la dieta sin gluten, el daño intestinal dificulta la correcta absorción de calcio y vitamina D, esenciales para el mantenimiento óseo.
Además, la lesión del intestino también limita la producción de la enzima encargada de la digestión de la lactosa. Como resultado, algunos pacientes presentan intolerancia a la lactosa, por lo que evitan el consumo de productos lácteos y así agudizan el déficit de calcio.
El calcio también es importante para el funcionamiento celular. Cuando la concentración de calcio no es apropiada, el organismo recurre a la degradación del tejido óseo para conseguirlo. “Por estos motivos, es común que aparezca una reducción de la densidad ósea y un aumento en el riesgo de fracturas”, manifiesta esta entidad.
Una condición de gran impacto

La anemia se da porque el daño intestinal dificulta la absorción de nutrientes como el hierro, el ácido fólico y la vitamina B12, que son esenciales para la correcta formación de glóbulos rojos, las células encargadas del transporte de oxígeno.
Los problemas de fertilidad son una consecuencia poco conocida de la enfermedad celíaca. Si no se sigue la dieta sin gluten, las dificultades que tiene el intestino para absorber los nutrientes producen, en el caso de las mujeres, retraso del primer periodo, menopausia prematura, ausencia de menstruación y abortos recurrentes.
“Nutrientes como el zinc, el hierro y la vitamina B12 son indispensables para la síntesis de las hormonas que regulan el ciclo menstrual y la implantación del embrión en el endometrio. Por lo tanto, su déficit está relacionado con una mayor dificultad para la concepción”, indica la FACE.
Asimismo, señala que, si dicho órgano no cumple correctamente sus funciones, el embrión no puede desarrollarse de forma adecuada y esto resulta en un aborto.
En los hombres, la falta de nutrientes puede provocar desequilibrios hormonales, por ejemplo, en los niveles de testosterona, una hormona sexual masculina que tiene una función fundamental en la formación de espermatozoides.
En cuanto al hígado, según datos de la FACE, aproximadamente el 40% de los pacientes con enfermedad celíaca no tratada presentan daño hepático.
Se puede detectar cuando en un análisis de sangre aparecen niveles altos de transaminasas. Si hay daño hepático, las células del hígado se rompen y liberan al torrente sanguíneo estas enzimas llamadas transaminasas.
El consumo de gluten también puede hacer que las personas celíacas presenten síntomas relacionados con el cerebro. La FACE detalla que la ataxia por gluten es la manifestación neurológica más frecuente de la enfermedad celíaca. Sus principales síntomas son descoordinación, problemas de concentración, trastornos visuales y temblores.
“La dieta sin gluten es eficaz siempre y cuando no se haya perdido un gran número de células de Purkinje, un tipo de neuronas presentes en la corteza del cerebelo”, advierte.
Otra manifestación neurológica es la neuropatía periférica. Sus síntomas característicos son entumecimiento y hormigueo en manos y pies, sensación de ardor y dolor en las extremidades. “Esto se debe al daño que produce la acción de los anticuerpos sobre los nervios periféricos durante el desarrollo de la respuesta autoinmune característica de la enfermedad celíaca”, subraya.
Además, las personas con celiaquía que están sin diagnosticar o que no siguen correctamente la dieta sin gluten son más propensas a desarrollar tumores en el intestino delgado y en el esófago como linfoma intestinal, adenocarcinoma de intestino delgado o carcinoma epidermoide de esófago.
Para los celíacos, eliminar por completo el gluten de su dieta es la única manera de evitar estos problemas. Además, al dejar de consumir gluten, el intestino se regenera y algunas de estas afecciones, como la anemia o la infertilidad, pueden revertirse.