De Cuba al Palace gracias a la poesía: el viaje de Reiniel Pérez Ventura

Ha celebrado el XXXV Premio Loewe de poesía en el Santiago Bernabéu con el pase a cuartos de la Champions de su equipo, el Real Madrid . Reiniel Pérez Ventura nunca antes había salido de Cuba, donde nació hace unos años, pero no muchos. Tiene 23, está casado y los alborozos se le están agolpando estos días entre páginas, espaldarazos y suspiros. Pasea por los salones del Hotel Palace en lo que prepara una visita a ciudades como Málaga y Toledo. Ha estado en el Museo del Prado esta mañana, por primera vez, claro. Como casi cada rincón al que dirige la mirada. Anda estrenando suelos y fachadas. Rubens le ha impactado, dice. También el cuadro goyesco del 2 de mayo, la expresividad del Greco y el abandono del clima tropical, del que jamás se había apartado un ápice, reconociéndose un chico de provincias de Centroamérica. En su caso, de Santa Clara, una población a unos 300 kilómetros de La Habana. «Es un gusto», comenta. «Estoy muy agradecido al jurado por reconocer este poemario, ‘Las sílabas y el cuerpo’. Antes me han preguntado que cuánto he tardado en escribirlo: pues toda la vida, aunque lo puramente escritural me llevó solo algo más de un año. Como decía Mallarmé: «Todo lo que uno vive está hecho para un libro»». En este sentido, es la palabra y el erotismo lo que se entrelaza en versos como estos: «Todo arrodillado, todo doblado/y lleno de curvas silenciosas». Versos que, además, componen un único poema dividido en diez mordidas: «La idea aquí es que el cuerpo de la mujer y el del poema se confundan, que sean uno mismo. Lo idiomático y lo verbal. Lo carnal. Una síntesis en la que la inspiración ha sido sumamente necesaria. La perfección prostituye la poesía como yo la entiendo» . La edad, se preguntan todos. Quién es este chico, el más joven en hacerse con este prestigioso galardón en toda su historia, y qué hace escribiendo poesía lírica con voz propia y fondo de campana en una generación que tiende a la reducción de los elementos. Pues la edad, dice, «importa bien poco». «Rimbaud es el ejemplo extremo, al que siempre acudimos. Yo no quiero que miren mi juventud, sino el poema. Rimbaud podía haber escrito ‘El barco ebrio’ con diecisiete o con cuarenta años . No importa. Y a mí me gusta más Baudelaire, un poeta tardío. Octavio Paz escribió ‘Piedra de sol’ casi a los cincuenta, pero como si lo hubiese escrito a los veinte. Da igual. Que nadie me lea pensando en la edad que tengo» . ‘La Odisea’ de Homero y la de publicar en Cuba Y es que a la edad que tiene recita pasajes del Quijote de memoria: «Es el libro de mi vida. La primera vez que lo leí, como a los catorce, fue un deslumbramiento. Esa suerte de superposición de planos, que empiezas riendo y terminas llorando. Su sentido vital… Lo sigo releyendo continuamente, como ‘La Odisea’ de Homero. A veces los poetas tienen un gran desentendimiento con la narrativa, pero no es mi caso. Me encanta la novela y la biografía, además de la poesía , como es obvio». Referencia así textos del Siglo de Oro. También de Rilke y el Simbolismo, Bécquer y el Romanticismo, la Generación del 27 y la de los 50, Pablo Neruda, Vallejo y autores cubanos como José Martí, un clásico de allá, o Gastón Baquero, exiliado en España. «Los escritores noveles nos confundimos a menudo. Hay quien piensa al leer a Quevedo que tiene que escribir como Quevedo , cuando lo que tenemos que tomar de él es el fondo para contarlo con el lenguaje contemporáneo. No emplear un lenguaje arcaizante, porque eso sería copiar únicamente la superficie», explica mientras da un sorbo a un vaso de agua con gas.  No quiere polemizar, pero su sensibilidad no pasa por la llamada poesía de la experiencia , lo que en Cuba podría asemejarse a la poesía conversacional: «Yo voy a la dignidad del lenguaje , siguiendo los pasos de gente tan destacada como Juan Ramón Jiménez o Miguel Hernández, también esenciales. Básicos. Para mí eso es una obsesión: la poesía es lenguaje. Cuerpo. Recoger esos golpes de la vida tan duros que no sabemos expresar, que diría Vallejo. Todo lo que no vaya en esa línea, y por eso yo mismo me considero un verso suelto en el panorama actual, donde priman otras estéticas, no me interesa tanto, aunque lo respeto. He leído cosas buenas por ahí». Es estudiante de Lengua Inglesa y Francesa en la Universidad Central Marta Abreu de las Villas. La gente tiene la imagen del poeta como una figura regia, casi inaccesible. Pérez Ventura, sin embargo, la desacraliza, aunque solo fuera de la página, donde muestra su lado más amistoso: «Cuando se reían de Mozart cuando este era un niño, dijo que él podía ser vulgar, pero su obra no. Ahí está la cuestión. El arte es algo serio. Yo voy en deportivas, pero mi poesía no» . Noticias Relacionadas estandar Si Adonis: «La historia del islam está llena de sangre» Diego Doncel estandar Si Orlando Mondragón: «La medicina y la poesía comparten un mismo origen, la magia» Bruno Pardo Porto Y así, en ropa cómoda y verbo claro, ha aterrizado entre ovaciones desde una Cuba que mejora, pero en la que siguen abundando las carencias: «Cuando murió Fidel Castro yo era todavía menor de edad. La isla, y ese es el gran tema de la poesía cubana, el sentido insular, se está abriendo y está creciendo. Aún así hay todavía muchas deficiencias. Publicar allá, por ejemplo, es muy difícil. Y no por nada relacionado con la censura. Las tiradas son pequeñas y no llegan a España. Mi primer poemario , ‘Elegías del inocente y el maldito’, ganó algo importante en 2022: el Premio Extraordinario de Poesía Centenario de Carilda Oliver Labra. Pues no ha podido imprimirse, porque no hay papel . No hay materia prima. Y es una pena que mi primer libro casi no exista, cuando era lo único que pretendía. En Cuba estamos remontando, pero la pandemia supuso un bache impertinente, como en tantos otros sitios. Aun así, soy optimista. ¡Soy cubano y he logrado publicar! En España, por cierto, creo que se publica en exceso. Todo el mundo tiene mucha prisa por hacerlo», sentencia con ese acento en el que todos los vientos han amainado. 1.976 trabajos desde 38 países diferentes se presentaron al certamen , pero escogieron el suyo, por eso ahora lo festeja con una mano en el bolsillo y la mirada inquieta del que descubre. A Rubens, aclara, ya lo conocía, pero por los libros, vastos lugares de recreo. Contemplarlo en persona le ha supuesto una gran conmoción. Habla de son y de música. De Cubop y Lorca en una fiesta. Lo del Loewe está genial, pero que nadie le quite importancia a la trayectoria en la Champions de su equipo, que Loewe hay todos los años. A su presencialidad en tan magno evento. Y qué estadio tan grande. Y qué museo el del Prado. Y qué forma de mirar con el latido en los ojos de un montón de avenidas que seguro ensancharán su métrica lejos de la prisa que aún no ha descubierto.

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