Tragedia

La nota más trágica del disturbio tropical que golpeó el sábado el territorio fueron los nueve muertos aplastados, dentro de vehículos, por el colapso de una pared en el desnivel de la 27 de Febrero con Máximo Gómez, en Santo Domingo. El suceso pone el acento, sobre todo, en la fragilidad de estructuras públicas.

En la ciudad se reportaron otras víctimas fatales, que con las ocurridas en distintos puntos totalizan 21, de acuerdo con un balance preliminar del Comité de Operaciones de Emergencias (COE), pero que se asegura se acercarían a 30.

Con los aguaceros son habituales las pérdidas humanas, el aislamiento de comunidades, las grietas en construcciones y la destrucción de viviendas, la caída del servicio eléctrico, los inconvenientes en el tránsito por las inundaciones y las crecidas de ríos, arroyos, lagunas y cañadas. Y lamentablemente la gente no siempre colabora con su propia seguridad acatando las orientaciones o tomando sus propias previsiones.

En algunos barrios muchas personas salieron a las calles a disfrutar de las lluvias, mientras otras, como si se tratara de un espectáculo, contemplaban la magnitud de las inundaciones desde diferentes ángulos. Los reportes indican que el fenómeno atmosférico también provocó víctimas y cuantiosos daños materiales en las provincias de San José de Ocoa, Azua, Barahona, Juan Sánchez Ramírez y otras.

El presidente Luis Abinader no tardó, como mandaban las circunstancias, en declarar el estado de emergencia para afrontar los daños, todavía no cuantificados, causados por los intensos aguaceros. Hacía tiempo que en el país no se registraba tal cantidad de agua en tan poco tiempo.

Pero, además de lamentar las pérdidas humanas y los millonarios daños materiales no queda mas que enfrentar la realidad, no sin sacar conclusiones, en modo alguno para buscar culpables. Tal parece que además de las exhortaciones y los equipos de socorro se tendrá que medir con más precisión la dimensión de los fenómenos y actuar con más energía en las prevenciones.

Estos fenómenos, que ocasionan tanto dolor e impotencia, evidencian las precariedades de los servicios y las construcciones de todo tipo, al margen de otros elementos, que también constituyen una lección para todos los sectores.

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