Cada vez lo tengo más claro…
Hemos cambiado mucho y por dejarnos llevar en su mayoría por mediocres, incapaces de realizar un argumento coherente, más que expresar emociones y cuestionar los motivos de otros como dice THOMAS SOWELL en su libro “La Economía: Verdades y mentiras” o repetir slogans de moda que crean una imagen del mundo que no es del todo cierta.
Los principios y valores personales actuales son distintos a los de mi generación, no se distingue el bien del mal, más que dependiendo de los intereses de cada individuo para interpretarlo.
Lo que podía ser normal hace 20 años, hoy es un insulto, una ofensa o es una oportunidad para desviar la atención del problema real.
Un día cualquiera, por responsabilidad, por coherencia, por querer poner orden en lo que el tiempo se ha ido comiendo, por rechazar la pasividad, los chiringuitos arraigados en un lugar determinado, por querer denunciar la falta de compromiso con algo… resulta que alguien explota, ¿a quién no le ha pasado alguna vez? Pues bien… hay determinadas personas a tu alrededor que tienen la paciencia suficiente para esperar ese momento, el más mínimo detalle en ese sentido, que tienen el tiempo suficiente para esperar y saltarle literalmente a la yugular.
Profesionales o no, que se pasan la vida diciéndote que si, a todos los comentarios o instrucciones que les entregas de buena fe y haciendo un poco lo que les viene en gana, porque no le tienen miedo a nada o porque creen estar bien protegidos, por alguien en concreto o porque les importa todo un carajo.
¡Cuando dices basta!!! Si no tienes la capacidad de hacerlo con un discurso calmado, estas perdido, ya puedes tener toda la razón del mundo, que, seguro que la tienes, pero la forma, dará pie a que quienes no lo están haciendo bien, aprovechen ese, tuyo, estado de hartazgo para darle la vuelta al contenido, buscando llamar la atención en algo que es superficial en el discurso pero que, siendo auténticos profesionales, serán capaces de maximizar en todo su esplendor cualquier subida de tono hasta minimizar aquello por lo que explotaste, dejando reducido el problema real a cenizas y enalteciendo su ofensa por las formas que lo transmitiste, incluso serán capaces de cambiar el contenido del propio discurso sin ni siquiera tu darte cuenta, contando a otros su interpretación de lo acontecido y acabar así de hacer desaparecer aquel problema, real, que al día siguiente vuelve a palpitar con total normalidad.
Así que Calma, con pasos firmes, y defendiendo siempre lo correcto en un estado de tranquilidad para que nadie, pueda dañar más si cabe, lo importante del mensaje.
Víctor Rocha Cocinero/ Articulista/ Defensor De Lo Correcto/ Apasionado del sector servicio y el turismo.
