Un hombre le puso nombre y un hombre lo mató. Hasta entonces, se desenvolvía sin problemas en las tertulias humanas, no tenía miedo a hacer cabriolas entre toros y toreros ni a codearse con aristócratas en los cafés de moda del siglo XIX. Los cronistas de la época escribían sobre él, una figura negra, peluda y omnipresente en el Madrid de 1880 , cuya muerte también copó titulares. Era el perro Paco , que hoy, 140 años después, está inmortalizado en bronce en el corazón de la ciudad. Sentado sobre sus cuartos traseros, las fauces abiertas y casi sonrientes, el can descansa en la calle de las Huertas. El alcalde José Luis Martínez-Almeida inauguró este lunes la escultura, obra del artista contemporáneo Rodrigo Romero, en plenas fiestas de San Antón, el patrón de los animales, que recuerdan al perro Paco, una suerte de ‘influencer’ decimonónico. El chucho, callejero, fue bautizado por el marqués de Bogaraya durante una de sus tradicionales incursiones en el café de Fornos . Era el día de San Francisco y, en el local que frecuentaban literatos como Benito Pérez Galdós, Pío Baroja y Azorín, el noble le regaló un bistec y un nombre. Durante un par de años, el perro Paco gozó de entrada libre a las selectas sedes del círculo social madrileño. Los artículos de entonces cuentan que el animal paseaba por el Parlamento, las «paradas militares» y el hipódromo, por los pasillos del Teatro Real disfrutando de los estrenos de las óperas, «solamente cuando cantaba [el famoso tenor Julián] Gayarre», y en las corridas, donde ladraba a los matadores en la desaparecida plaza de toros de Goya. Allí, una tarde de junio de 1882, un mal novillero a quien el animal increpaba por su pobre ejecución le asestó una estocada mortal; algunos de los aficionados quisieron linchar al estoqueador, apodado Pepe el de los Galápagos. Noticia Relacionada estandar Si La asombrosa historia de Paco, el perro vagabundo más famoso de Madrid que murió de una estocada Rosario Pérez Asiduo al teatro y la ópera, saltaba al ruedo entre toro y toro, se convirtió en «héroe» y la prensa le dedicó «últimas horas» tras sufrir una cogida La prensa dedicó varios artículos a su estado de salud y a su muerte. En una ocasión, cuando un toro lo embistió, hasta se publicó una noticia de última hora. «Última hora. El diestro Paco continúa en el mismo estado. La herida no es muy grave, pero el pronóstico facultativo es reservado por las complicaciones que puedan surgir. Deseamos una pronta y radical curación». El mejor homenaje Semanas después de esa cornada, el mal novillero infligió la herida incurable. Muchos se disputaron la propiedad de sus restos, pero el torero Frascuelo y el poeta Eduardo del Palacio, uno de los amigos que había hecho el perro Paco en el café de Fornos, ordenaron disecar al animal. El que fuera el taxidermista madrileño más popular, Ángel Severini, se encargó de la tarea, y el gran can se expuso durante años en el museo taurino de la calle de la Fuente del Berro. «El famoso perro Paco lo acompañó en la faena con un celo y voluntad, que yo para mi quisiera. ¡Machío [el diestro José Machío Martínez], aprende de Paco!», escribió el periodista Mariano de Cavia en 1882, en una de las crónicas que firmaba en las páginas del ‘El Liberal’. Las palabras de las plumas del siglo XIX son el mejor homenaje al valiente animal que saltaba al ruedo entre toro y toro. El «héroe favorito» del pueblo madrileño, un «canalla» con más «novias» que ningún otro perro de la ciudad, «la figura más interesante de la Corte», el que poseía un «increíble» instinto taurino y podía «hacer papel entre los hombres»… El último homenaje es más tangible: el Ayuntamiento de Madrid ha invertido 17.000 euros para que Paco se pueda tocar. Su estatua, en pleno barrio de Las Letras , es el símbolo del anecdotario de una época protagonizada por tertulias y reuniones culturales de las que este encantador perro callejero fue testigo.
Una estatua en Huertas para Paco, el perro ‘influencer’ mimado por los nobles del siglo XIX
